Aprendemos a vivir la meditación en estado puro pero en el día a día: Cómo trasladar las filosofías de los grandes maestros de la meditación de manera práctica a nuestra vida cotidiana para trascender el sufrimiento. Poco a poco, regresamos al hogar interior del espíritu (nuestra verdadera naturaleza iluminada), alcanzando así la tranquilidad. El meditador se transforma en un Alquimista capaz de transmutar los oscurecimientos en Luz, y de presenciar la esencia vital de sabiduría cósmica en la unión de lo puramente espiritual con lo terrenal.
En este renacimiento de la oscuridad a la luz, expresamos la Unidad en cada acontecimiento y experiencia cotidiana. Ahí es donde, verdaderamente, hallamos el milagro existencial de la vida. Cuando se toma Presencia a través de la consciencia de SER, aquí y ahora, desnudando el Alma y abandonándonos completamente a la Fuente, expresamos gradualmente y de manera natural la Verdad interior realizando nuestra Divinidad ó esa esencia natural de gozo y sabiduría pacífica de la mente. De este modo encontramos no la felicidad que cambia constantemente a la infelicidad, sino la auténtica dicha y Paz interior, como un manantial del Alma que nunca dejara de brotar.
Desde el origen de los tiempos, el ser humano ha buscado herramientas para despertar su esencia sagrada. Aunque han existido y existen diversas vías de espiritualidad, culturas o religiones, con una cantidad ingente de técnicas y formas meditativas… al final… todos los ríos van al mismo Océano: la contemplación pura del Ser, y la transmutación del sufrimiento. En definitiva, Ser… Llega un momento, en que el meditador o practicante espiritual llega a ser un Alquimista en potencia, capaz de transmutar la oscuridad interior en Luz, es decir, el plomo en oro a través de la piedra filosofal que simbolizaría el conocimiento. Nosotros aprenderemos el valor del conocimiento aplicado a la práctica.
Durante la historia, los grandes meditadores ejercieron como maravillosos alquimistas. Llegaron a conocer las pautas para ser dichosos dentro de un mundo lleno de dolor y miseria, viendo lo más sagrado también en lo más terrenal, como una viva expresión de lo divino, de la esencia cósmica. Ahí hallaron la Unidad, y la aceptación de los flujos vitales de la vida, sin negar la parte de humanidad que todos albergamos, ni tampoco los procesos naturales de la vida que nos llevan a esta Esencia profunda que todos somos desde siempre, más allá del tiempo o el espacio: el Ser Iluminado, el espíritu o Alma, ó la esencia natural de la mente de paz, gozo y sabiduría.
Por ello, es muy importante integrar las herramientas que aprenderemos durante el curso, de una manera consciente, práctica, vital, dentro de una visión de Unidad porque todo forma parte de la misma Unidad, y tomando Presencia a través de la Consciencia pura, expresando así esa Verdad interior de luz capaz de purificar todo aquello que nos hace sufrir, y realizando la Divinidad (energía sagrada – energías puras) aquí y ahora en cada acontecimiento que vivimos y presenciamos. Si no hacemos de todo esto una forma de vida, es difícil que el conocimiento adquirido pueda revertir en sabiduría. Al adquirir el conocimiento y prosperar en la práctica, el proceso se vive como una forma de vida. De otro modo, la práctica se irá debilitando y los condicionamientos que originan malestar y perturbación, otra vez, se incorporarán a nuestras concepciones. Por este motivo el engranaje de la práctica ha de funcionar consciente y pacientemente, preparando el terreno de la siembra, cultivando, abonando… de manera natural pero precisa y lúcida, para recoger los frutos de paz y dicha interior. Al igual que el engranaje de un reloj de precisión, pero no de modo rígido, la práctica consciente creará bases muy importantes de paz y dicha.