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Fotos personales sobre espiritualidad, cursos, talleres, conferencias o charlas y retiros de silencio.

DE VUELTA DE RETIRO EN EL DESIERTO Julio del 2017
Para compartir con mis amig@s

Este retiro, mi décimo de soledad y aislamiento (8 días), ha sido muy especial, tal vez por haber sentido que nunca se tiene la suficiente experiencia y que la humildad es más que esencial. Especial por mi momento actual de cambios y renovación, con la dificultad añadida de estar lejos de mi hijo pequeño. Y especial porque aunque he escuchado afortunadamente al “santo silencio” anteriormente, en condiciones complejas a veces, este retiro desde la preparación personal (inocente aprendiz!!!) ha sido el más radical al haber estado en una cueva excavada hace muchos años años por los Hermanos de Jesús de Charles de Foucauld (a unos kilómetros de cuevas eremíticas de hace unos cuantos siglos (del griego éremos – desierto) cerca de la ermita de San Caprasio, en la Sierra de Alcubierre – Desierto de los Monegros (el mayor de Europa). Sin agua corriente, ni comida asistida, sin wc o cajón de madera con serrín o luz, había que subir lo básico con la consiguiente medición y… qué gran aprendizaje poder valorar un “simple” buche de agua. En este caso, siendo el único habitante en un desierto inmenso en muchos kilómetros a la redonda, a unos 15 km aprox del encargado de las cuevas, en riguroso aislamiento. Enormes y profundos barrancos, dentro de los cambiantes rituales del tiempo.

Puede ser una gran experiencia de luz y trascendencia y, al mismo tiempo, una dura confrontación con esos demonios internos que nos “atormentan” en nuestra vida cotidiana. A veces, la luz y otras… el sentimiento de morir en la densa soledad dentro de tu propia tumba de piedra. El Desierto te habla con la voz del /a Creador /a, y regurgita el miedo y las angustias para vomitarlas a los cuatro vientos. Da igual salir a pasear. Siempre se vuelve a la cueva. Al yo. Al instante eterno y a la muerte consciente de aquello que nos aterra, de lo que siempre huimos. Muerte y renacimiento. Pero… hay que permanecer.

Gracias a la naturaleza por haberme mostrado grandes cosas y aprendizajes: a los buitres leonados volando encima de mi cabeza, sobre todo uno que pasó a unos diez metros, mirándome, mientras escuchada el majestuoso batir de sus alas… gracias al viento soplando estruendosamente sobre los árboles, en la noche donde la honda oscuridad produce un estremecedor sentimiento de respeto, y en ocasiones, miedo. A las nubes haciendo sus espirales al encontrarse los vientos del sur con los vientos fríos de los Pirineos, visibles más allá. Gracias al halcón, al frenesí de los vencejos gritando en un éxtasis místico mientras los rayos del sol del atardecer cubrían los altos riscos de piedra, gracias al Espíritu del bosque y de la tierra reseca del Desierto, y también, a las serpientes, alacranes, y a los lobos… enterándome de que existen aún en esta tierra aunque ya… no fácilmente visibles y, por supuesto, al jabalí que escuché bajo mi cueva un poco más allá del barranco. Gracias a las fragancias de los pinos y del tomillo….

Nota: en esta ocasión no he llevado cámara, no me apetecía estar buscando la toma buena, estar solamente dedicado a la intimidad del silencio. Las fotos que pongo son algunas de las mismas vistas que tuve allí recién, y sus enlaces por internet.

http://alcierzo.com/?p=1747
https://www.descubrehuesca.com/huesca/los-monegros/
https://senderosesotericos.wordpress.com/…/ruta_142-cuevas…/
https://cmlagasolinaamedias.wordpress.com/…/san-caprasio-s…/